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Somos, o nos hacemos?

La gran pregunta. Aqui encontrara algunos claros ejemplos de por que estamos donde estamos.

28 abril 2008

EL SINDROME DE HUBRIS - Alfredo Leuco

El síndrome Hubris
Néstor Kirchner es el dirigente político que más trabajó para vaciar
de contenido y erosionar la investidura presidencial de su esposa.
Desde el principio desarrolló en forma incansable, obsesiva y
sistemática un operativo para condenarla al segundo plano y para
dinamitar cualquier señal de renovación tan vital para un gobierno que
apenas lleva 140 días de vida.

Por Alfredo Leuco | 26.04.2008 |
Néstor Kirchner es el dirigente político que más trabajó para vaciar
de contenido y erosionar la investidura presidencial de su esposa.
Desde el principio desarrolló en forma incansable, obsesiva y
sistemática un operativo para condenarla al segundo plano y para
dinamitar cualquier señal de renovación tan vital para un gobierno que
apenas lleva 140 días de vida. Kirchner lo hizo: Cristina está pasando
por su momento de mayor debilidad política. Esto no lo discute ni el
más fanático kirchnerista. Y va por más: tras haber convertido al
gobierno de Cristina casi en una frágil formalidad, la empuja a dar la
batalla final contra un gigante como el campo.
_Ya no queda lugar para las sutilezas. Si Néstor no estuviera casado
con Cristina, diríamos que el ex presidente resolvió en estos últimos
días tomar el poder por asalto, blanquear la situación y terminar con
el doble comando.
_ El discurso del jueves en Ezeiza pareció un grito
desencajado que decía: "Acá mando yo".
_Presuntamente se lo decía a los
"golpistas" del campo pero –en realidad– se lo estaba diciendo a la
madre de sus hijos. Así lo entendió Martín Lousteau, quien se sintió
en medio de un chiquero institucional.
_La gravedad y la velocidad de la crisis obligan a sumar al análisis
una palabra peligrosa: autogolpe. También una pregunta: ¿quién es el
que desestabiliza las instituciones? Las intrigas y las imágenes de
palacio mostraron esta semana a la Presidenta casi como un objeto de
decoración.
_Fue protagonista de una miniserie en helicóptero
sobrevolando el humo entrerriano con fugacidad y televisión, y se
fotografió con la princesa Máxima y artistas populares como Pablo
Echarri y Guillermo Francella.
_Mientras tanto, un ya escuálido Alberto
Fernández trataba de explicar lo inexplicable y de anunciar acuerdos
con el campo que –una vez más– serían decisiones unilaterales que no
contribuyeron para solucionar el conflicto, sino al contrario.
_Es probable que, tal como dice en sus discursos, el ex presidente
quiera defender a Cristina. Si bien su irracional ansiedad le hace
cometer errores a repetición, todavía se da cuenta de que en la suerte
de ella está su suerte. Están juntos en el mismo barco. No se salvará
uno sin el otro. Pero es tan fuerte el impacto de la enfermedad
política que sufre que sólo atina a darle el abrazo del oso que
protege pero que asfixia. Esa dolencia que afecta a Néstor Kirchner
fue definida científicamente como "síndrome Hubris".
_Es la palabra
griega que hace referencia al héroe que después de ganar una batalla
se emborracha con el éxito y eso le hace perder contacto con la
realidad y, por lo tanto, entrar en un huracán de equivocaciones. En
su libro In Sicknees and in Power, el doctor David Owen lo desarrolla
después de haber estudiado durante 6 años el comportamiento cerebral
de los líderes en varios países. La ventaja de Owen es que además de
ser neurólogo fue ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra y
fundó el Partido Social Demócrata luego de emigrar al laborismo.
Cuando identifica los síntomas más habituales no se puede menos que
pensar en el matrimonio presidencial. Owen habla de que en un momento
de la evolución de su afección se creen invencibles y ven enemigos por
todas partes. Por eso desprecian los consejos aún de su gente de mayor
confianza.
_Uno de los mayores pecados del kirchnerismo, desde Roberto Lavagna en
adelante, fue haberse desprendido de todos aquellos colaboradores que
les advirtieron de algún peligro. Ojo con la inflación y con el
capitalismo de negocios para los amigos, les dijo Lavagna allá lejos y
hace tiempo, cuando el fueguito recién había comenzado a arder. De
diversas maneras le avisaron que por ese rumbo iban a chocar tanto
Horacio Rossatti como Gustavo Beliz. O Sergio Acevedo y Luis Juez.
Algunos advirtieron sobre el peligro de una economía que empezaba a
hacer agua ahogando pobres y jubilados en el desierto del INDEK, otros
tomaron distancia de la compulsión a los negocios negros que el poder
concentra en pocas manos y muchos vienen advirtiendo el salvajismo de
una metodología que humilla y maltrata y que –por lo tanto– genera
odios y resentimientos. Cada uno a su medida y armoniosamente se lo
fueron diciendo. Y cada uno de esos mensajeros fueron prolijamente
congelados o apartados del corazón del poder. Condenados a Siberia,
como dijo Carlos Reutemann. O a escribir maravillas como Rafael
Bielsa. O a ser retados públicamente por Kunkel por haber sido
menemistas, como en el caso de Felipe Solá. O a cargar con el mote de
mafiosos dignos de Francis Ford Coppola, como Eduardo Duhalde. En fin,
la lista es muy larga. Martín Lousteau no será el último.
_Entristece mucho la manera en que pulverizan cuadros políticos y
técnicos de buen futuro, como lo era Lousteau, que no abundan en el
Estado. Los consumen como cigarrillos. En un instante los convierten
en humo y tiran la colilla a la basura. Antes apagan la brasita
aplastándolos contra el suelo con la suela de su mocasín patagónico.
Así, los más independientes y los mejores técnicos son reemplazados
por los más sumisos. Para muestra basta un botón: hay que observar la
degradación paulatina pero persistente en todo sentido que hubo desde
Lavagna hasta Carlos Fernández.
Entre todos los desterrados al exilio, tal vez el más lúcido analista
que tiene el peronismo fue premonitorio en este diario. Julio Bárbaro,
quien se negó a practicar la obediencia debida para pasarle por encima
a la libertad de prensa, se lo dijo a Jorge Fonteve-cchia en ese
reportaje para guardar: "El problema de los Kirchner es psicológico,
no ideológico". Bárbaro plantea que los Kirchner se sienten parte de
una gesta y que están en la Tierra para cumplir una misión. Y que el
maltrato divide más que la discusión ideológica. Porque queda grabado
en la memoria: ni olvido ni perdón.
_Con una denominación más sociológica que médica, si el síndrome
hubrístico no se trata deriva en lo que Owen llama "ideación
megalomaníaca", cuya primera señal es creerse insustituibles, únicos,
dignos de una reelección eterna. Allí aparece la necesidad de
construir obras faraónicas y con el tiempo aparece la versión más
grave y paranoide: "todos están en contra de nosotros, todos nos
envidian, todos nos quieren voltear". Se encierran cada vez más. Se
colocan una pesada armadura que los preserva de los cascotazos de la
realidad pero que los convierte casi en autistas políticos. Sólo los
detiene una gran derrota.
_Los Kirchner todavía no llegaron a esos extremos pero van en ese
camino. Hay mucha gente que se los dice de manera diplomática porque
temen el castigo. Hasta el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos,
les pidió que se dejen ayudar.
_Los gobernadores reclaman cada vez más libertad para poder atender las
demandas del campo y para dejar de depender de la limosna
coparticipativa que les tiran desde el poder central, si es que
aplauden cuando tienen que aplaudir. Mario Das Neves lo marcó a fuego
en su momento con el hachazo para Alberto Fernández. Ahora dijo que
los problemas no se solucionan si primero no se los reconoce, y de
paso les aumentó las retenciones a los casinos de Cristóbal López en
la provincia. "No me gusta cuando veo los camiones de caudales que se
llevan al norte nuestro dinero", declaró a los medios locales. Quien
quiera oír que oiga. Chubut no para, es el lema de su administración.
Los economistas más productivistas y amigos del Gobierno, como
Lousteau o Peirano, ya no saben cómo hacer flamear la bandera del
combate contra la inflación sin despertar la ira de los dragones.
_¿Entenderán que la inflación es una brutal retención para los pobres?
_Otra vez el aviso de que van a chocar. Otra vez las acusaciones y la
estigmatización contra los que quieren aportar de buena fe. "Quieren
enfriar la economía para que los argentinos no consuman", decodifica
el ex presidente cuando en realidad le están diciendo que enfríe la
inflación antes de que la inflación congele al Gobierno.
_Pero no hay caso. No es posible saber con fina sintonía informativa si
Cristina Fernandez celebra o sufre en carne propia los desbordes
totalitarios de su marido. ¿Néstor hace todo lo que hace con o contra
Cristina? El nivel de crispación de su discurso en Ezeiza tiene pocos
antecedentes. Satanizó al campo responsabilizándolo absolutamente de
todo. De los incendios, del humo, del desabastecimiento, de los
intentos golpistas y hasta –ay, ay, ay– de la inflación. El contexto
era de terror. Su anfitrión fue Alejandro Granados, un verdadero peso
pesado en el fútbol de Tristán Suarez, que impuso que la casaca de ese
club tuviera estampado el nombre de Carlos Menem y luego el lema
"Cristina Presidenta". Su parrilla –El Mangrullo– fue un lugar
emblemático de las madrugadas de menemismo festivo. Granados fue
"pejotista" pero ahora es "progresista", porque se sumó al Proyecto K,
aunque –nobleza obliga– justo cuando se estaban jugando minutos de
descuento y el árbitro estaba por pitar el final del partido.
_Del otro lado de la pantalla, señora, Hermes Binner, con su prudencia
democrática habitual, también quiso ayudar al Gobierno nacional.
Presentó un excelente plan agropecuario integral y dijo –para no
irritar– que está "a favor de los reclamos del campo, pero que eso no
significa estar en contra del Gobierno". Y enseguida dio a conocer los
verdaderos índices de inflación de la provincia, que cuadriplican los
de Moreno. Fue un mensaje claro porque en la vida cotidiana el
gobernador Binner ya registró varias cosas que lo alarman: fuerte
caída en la recaudación de Santa Fe, suspensión de horas extras a los
obreros de la fábricas de maquinaria agrícola y un parate fenomenal en
el consumo y en la actividad comercial producto de los enfrentamientos
con el campo. Pero hasta la prudencia de Binner tiene un límite. Ayer,
en declaraciones a una radio rosarina, el gobernador socialista dijo:
"Estoy preocupado, porque verdaderamente necesitamos que haya un solo
presidente. A mí me tocó dejar la función e irme a mi casa. Cuando le
entregué las llaves de la Municipalidad de Rosario al ingeniero
Lifschitz fue un momento difícil en mi vida, pero así es la
democracia. Hay que saber que en las funciones públicas uno tiene
plazos y después hay que darles lugar a los que ganen las elecciones".
Hasta el mismísmo Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema
de Justicia, les avisó a los Kirchner que estaban por chocar con el
campo a cien kilómetros por hora. "No es bueno judicializar la
protesta, esto lo debe resolver la política con diálogo y consensos",
dijo alguien por quien Cristina siente un gran respeto intelectual y
moral. La pregunta de la hora es: ¿lo escucharán o también lo
condenarán? O mejor dicho… ¿se escucharán o se condenarán? Es el
abismo que existe entre la posibilidad de resucitar o suicidarse.

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