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Somos, o nos hacemos?

La gran pregunta. Aqui encontrara algunos claros ejemplos de por que estamos donde estamos.

27 octubre 2008

ENRIQUE SZEWACH - Dice :

26 de octubre de 2008.
ahora, a tener muchos hijos
La estatización confirma que el ajuste será privado
Como lo anticipé la semana pasada en esta columna, el Gobierno de la presidenta Cristina decidió que el ajuste macroeconómico que la economía argentina necesita para enfrentar el cambio de ciclo de la economía mundial lo haga, exclusivamente, el sector privado.

Por Enrique Szewach | 26.10.2008 |

Como lo anticipé la semana pasada en esta columna, el Gobierno de la presidenta Cristina decidió que el ajuste macroeconómico que la economía argentina necesita para enfrentar el cambio de ciclo de la economía mundial lo haga, exclusivamente, el sector privado.

En esa línea se inscribe la decisión de terminar con el régimen mixto reparto-capitalización del sistema jubilatorio, apropiándose de los fondos de los afiliados en las AFJP, por un valor en torno a los US$ 30 mil millones y, asimismo, engrosar la recaudación fiscal anual en unos US$ 3 mil millones adicionales.

Reitero algunos puntos para explicarme mejor. La economía argentina, macroeconómicamente hablando, es más pobre ahora que hace unos meses y necesita un ajuste. Es más pobre porque los precios de los productos que le vendemos al mundo cayeron. Y porque nuestros ahorros en el sistema financiero global han caído fuertemente. Un país que es más pobre, una familia que es más pobre, una empresa que es más pobre necesitan gastar menos o procurarse mayores ingresos, de alguna forma.

Ese ajuste necesario se podría hacer bajando el consumo privado y la inversión privada. Bajando el consumo y la inversión pública. O bajando ambos.

La economía, en su conjunto, tiene que ajustarse. Ahora, tenemos que discutir cómo distribuimos el ajuste.

Como ya le conté (¡ufa, qué pesadito el hombre!), el sentido del ajuste para enfrentar un shock externo negativo de la magnitud del que tenemos obliga a cambiar precios relativos a favor de los que producen dólares –que es lo que va a faltar– o reducen la demanda de dólares, es decir, exportables o sustitutos de importaciones. En otras palabras, los salarios privados y el gasto público tienen que caer en dólares. Cuanto menos caiga el gasto público, más recaerá el ajuste en los salarios privados y en el desempleo privado. Dado que, en el sector público, no hay ajuste por empleo. Preguntonta: ¿por qué es más grave que se quede sin trabajo un empleado administrativo de la ANSES respecto de que se quede sin trabajo un obrero de Renault? Perdón por la digresión “ética”. Vuelvo.

Dilemas. El Gobierno de la presidenta Cristina tenía un dilema: ajustar el gasto público para moderar el ajuste privado, o buscar más recursos en el sector privado, para evitar un ajuste en el gasto, en un año electoral. Obviamente, decidió lo segundo. Y lo decidió de la manera que, según el Gobierno, le generaba un costo político menor al de subir los impuestos o eliminar los subsidios a los sectores medios y altos: expropiar los recursos de nuestras cuentas en los fondos de pensión y obligarnos, contrariamente a la decisión voluntaria de 2007, a pagar todos los meses un impuesto al trabajo, para tener el derecho de cobrar algún día alguna jubilación.

Segunda digresión. Me causan gracia, con todo respeto, los diputados y senadores opositores que, para quitarle recursos a los K para la campaña, proponen incorporar a la ley de expropiación una garantía de “intangibilidad de los fondos previsionales”. Precisamente, ¡eso es lo que dice la ley que el Gobierno proyecta derogar! Es decir, quieren incorporar en la ley que viola la prohibición de expropiar nuestros fondos individuales un artículo que garantice la “no expropiación” de nuestros fondos colectivos. ¡Maravilloso!

Vuelvo. La decisión del Gobierno, entonces, es que el ajuste sea sólo del sector privado. Pero eligió el peor camino para financiarse. Porque lo hace subiendo impuestos al trabajo. Antes yo aportaba en parte para mí, ahora sólo aporto un impuesto. Lo hace quitándole recursos al financiamiento privado, parte de la plata en la que invertían los fondos de pensión permitía financiar a empresas privadas. Y, principalmente, lo hace afectando de tal manera derechos adquiridos que incentiva la fuga de capitales y una recesión aún mayor de la que podríamos haber tenido.

Tercera digresión. Mientras no tengamos una estructura de gasto-ingreso público que evite los defaults o las expropiaciones sistemáticas, ningún sistema jubilatorio es viable, y todos terminaremos estafados tarde o temprano. (Por eso le propongo el mío, que es igual al de nuestros abuelos: ¡tener muchos hijos!)

Vuelvo. La decisión de no ajustar el sector público en 2009 para no afectar la campaña electoral y financiarla con la destrucción del sistema de fondos de pensión lo que genera, como consecuencia directa, es que el ajuste privado sea mucho mayor y que los salarios privados caigan en términos de poder adquisitivo “fuerte” mucho más. Pero, Szewach, dirá usted, más o menos así terminaba su nota de la semana pasada. Precisamente, contestaré yo

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