06 julio 2007
>----- Asunto: Titulares del 3-7: Cristina, el nuevo fracaso K
CRISTINA, EL NUEVO FRACASO K
>> ¿Alguien cree realmente que Cristina Fernández de Kirchner es idónea>para la eventual tarea de ser Presidenta de la Nación? ¿Qué capacidades posee como para confiarle semejante voto de confianza? Una mujer que ha demostrado total ineptitud como senadora de la Nación, que casi no ha concurrido a su lugar de "trabajo" y ha demorado importantes proyectos de ley, no parece ser la mejor elección para manejar los destinos de la república. En un país con gran cantidad de personas que no pueden acceder a la canasta básica de alimentos y otros tantos bajo la línea de la pobreza, es difícil imaginar a una persona como Cristina preocupada por cambiar dicha coyuntura. Más bien, es probable que la actual primera dama se encuentre más interesada en pasear por los shoppings de Miami a efectos de mejorar su propio -y oneroso- vestuario. Es Cristina una mujer a la que sólo le interesa su imagen y que cambia el tema AMIA-, lo cual no se condice con la necesidad de alguien que deba conducir los destinos de un país que se encuentra pasando por una incipiente crisis de diversa índole. Ni hablar de su aversión a la prensa y su resistencia al debate público.
Es increíble que el oficialismo intente imponernos semejante esperpento, pero más insólito aún es que haya gente dispuesta a votarlo.
CHRISTIAN SANZ
Los "malditos" años 90
Por Carlos Saúl Menem Para LA NACION
Viernes 6 de julio de 2007
Publicado en la Edición impresa Noticias de Opinión:
Seguramente fue algún periodista ingenioso el que inventó esa frase que asegura que es muy sencillo editar el diario del día de ayer. Con eso se alude irónicamente al hecho de que parece más fácil adivinar el pasado que el porvenir. Muy a menudo se juzgan los hechos del ayer dando por naturales sus consecuencias, pero calificando con dureza los procesos que las hicieron posibles. Hasta aquella década del 90, hoy demonizada, no parecían cosas habituales ciertos hechos que eran y son normales en otras latitudes: conocer con precisión los precios de todos los productos, que sólo aumentaban en circunstancias verdaderamente excepcionales; contar con el funcionamiento regular de las heladeras en verano y con el de las estufas en invierno, tener la posibilidad de adquirir una o varias líneas telefónicas, conseguir con sencillez un crédito para acceder a la vivienda propia o para comprar autos o bienes hogareños, viajar o transportar mercancías a través de caminos, rutas y autopistas en buen estado; estar conectados al mundo a través de Internet, gracias a una vasta red de fibra óptica; exportar a través de puertos modernos y eficientes, vivir en un clima de paz, sin cargar con los odios y resentimientos del pasado; transitar libremente por las calles sin ningún temor, gozar de una absoluta libertad de expresión Año verde Es muy extensa la nómina de situaciones que parecían quimeras inalcanzables -sinónimos de aquella Argentina del año verde- y que en aquellos años empezaron a transformarse en rutinarias. Y esa nómina no se limita a asuntos económicos. Que las escuelas secundarias incrementaran explosivamente su población estudiantil, que la oferta universitaria se ampliara, se diversificara y descentralizara, que la Argentina tuviera una presencia activa y respetada en la región y en el mundo, que resolviera armoniosamente los conflictos limítrofes con Chile, que asumiera sus responsabilidades en el nuevo orden mundial, que nuestros militares participaran destacadamente en las misiones de paz de las Naciones Unidas, que sostuviéramos un desarrollo nuclear y misilístico independiente y pacífico constituían otras tantas novedades que en modo alguno se deducían automáticamente, ni mucho menos, de la situación que habíamos heredado. Que la Argentina buscara y encontrara un lugar en una situación internacional nueva, signada por la caída del muro de Berlín, mientras emergía de las humaredas de la hiperinflación, a la distancia puede imaginarse hoy tan sencillo como coser y bordar. Pero en aquel momento, y sobre el terreno, requirió esfuerzo, exigió ganar apoyos y vencer resistencias, demandó ensayos y errores, provocó represalias, exigió costos políticos. Conviene, empero, desagregar la suma general de quienes hoy vituperan la década del 90. Conviene dividirlos en distintas categorías de críticos. Son los siguientes:
§ Quienes tanto hoy como entonces se han mostrado renuentes u opositores francos de las reformas.
§ Aquellos que en los años 90 respaldaban aplaudían, defendían, argumentaban a favor de las reformas y obtenían beneficios de ellas y que hoy se vuelven adalides de la denigración.
§ Los que, para cuestionar los 90, necesitan falsear los datos objetivos sobre la época, lo que los lleva a cuestionar en realidad unos años 90 inventados, ficticios, no los verdaderos años 90.
§ Aquellos que, aunque aprueban en general las reformas realizadas en aquellos años, tuvieron y todavía tienen críticas a algunos puntos específicos y que hoy, intimidados por la atmósfera de hostilidad contra toda la época, prefieren subrayar estas divergencias antes que recordar aquellas coincidencias.
En la primera categoría están, emblemáticamente, casi todas las fuerzas de la izquierda vernácula, esa que se esforzó en definir nuestro gobierno como una expresión del "neoliberalismo". Defensores de los paraísos comunistas y hasta de caricaturas como el régimen que encabeza Hugo Chávez en Venezuela, es razonable que se pongan en la vereda de enfrente de las reformas impulsadas en los años 90. No hace falta abundar demasiado en detalles para describir a los adalides del segundo grupo: ¿quién no recuerda a los que defendieron en el Congreso de la Nación y ante los gobernadores la privatización de YPF, por ejemplo? Son quienes se embolsaron las regalías y transformaron en dólares las acciones de la empresa privatizada, los que fueron elegidos y reelegidos en sus provincias a la sombra de un apellido que hoy condenan, los que votaron por la reelección presidencial en la reforma constitucional, los que volcaron ríos de bellos calificativos y de altísimas ponderaciones para halagar al presidente de aquellos años. Entre el primero y el segundo grupo hay, evidentemente, una diferencia de principios. A aquéllos, aunque uno esté en sus antípodas, debe reconocérseles la virtud de la consecuencia. En cambio, los segundos son oportunistas que, sin solución de continuidad, sin explicaciones, sin aviso, saltan la raya y dicen odiar lo que hasta el día anterior adoraban. La tercera categoría es la de quienes se inventan unos años 90 deformados para facilitarse la crítica. A veces se atribuyen a los 90 problemas sociales que corresponden a la década siguiente, en particular al gobierno de la Alianza y a la brutal devaluación monetaria que lo sucedió. Fue en la etapa abierta en el año 2000, con el "cambio de modelo", cuando la brecha social llegó a cuadruplicarse en comparación con la de la década del 90. Una de cada dos personas quedó viviendo por debajo de la línea de pobreza; una de cada cuatro, por debajo de la línea de indigencia. Incluso se puede decir que los logros que en este campo invoca el actual gobierno no han llegado aún a superar los índices de desarrollo social de la década de la que abjuran. Durante los años 90 crecimos espectacularmente y captamos inversiones como sólo lo hacía, por esos años, la espectacular y sostenida performance de China. Lo hicimos sin contar con la formidable coyuntura internacional de los últimos años. Por el contrario, soportamos airosamente los golpes de las crisis internacionales. Y el Banco Central, que en 1989 tenía en sus arcas 89 millones de dólares de reservas, acumulaba en 1999 poco menos de 35.000 millones de dólares. Trabajábamos para que la Argentina estuviera preparada cuando llegara el tiempo de las oportunidades... que finalmente llegó y que hoy nos beneficia (aunque la Argentina, por mala conducción, esté desaprovechando estratégicamente esta oportunidad que se nos presenta). Hoy, el desorden El pensamiento y las figuras que encarnaron ese gran movimiento transformador están vivos en el seno de los sectores populares, que sostuvieron sin segundas intenciones las reformas de los 90, las posibilitaron con su sacrificio y las ratificaron con su voto. Pero esos sectores, que son los más humildes de la sociedad, no constituyen opinión pública, y sólo en momentos dramáticos influyen sobre ella. Dentro de lo que habitualmente se llama la opinión pública, las clases medias de las grandes ciudades, hay también defensores de los años 90. Pero, en general, se trata de defensores silenciosos, intimidados por la feroz campaña de demonización desplegada contra esa etapa. Muchos de esos sectores mantienen críticas contra rasgos bulliciosos y desordenados del peronismo, que juzgan amenazantes. Sin embargo, si bien se mira, el gobierno de los años 90 consiguió convertir al peronismo en un instrumento de gobernabilidad que garantizó una atmósfera básicamente pacífica, en una Argentina que ahora se ve estremecida por enfrentamientos, piquetes, muertes en plazas públicas y estaciones de ferrocarril, anarquía callejera, prepotencias, escraches y acción directa generalizada. No está de más recordar que en 1999 concluyó normalmente y en el momento debido un período presidencial y se produjo, con idéntica normalidad, el traspaso del gobierno a otro, de signo político contrario: otra de las excepcionalidades de la "década maldita". ¿La deuda pública? Lo cierto es que en 1999 la Argentina estaba cómodamente debajo del tope de endeudamiento del sesenta por ciento del producto bruto interno admitido en la Unión Europea por el Tratado de Maastritch. La deuda de los 90, que se critica, era inferior a la que hoy, luego del pagadiós del que se envanece el gobierno actual, mantiene la Argentina. Está también el cliché de la corrupción. Por cierto, en situaciones en las que cientos o miles de personas están involucradas en el manejo de situaciones de poder, sería necio rechazar la posibilidad de que se cometan actos de corrupción. Lo que indigna es la generalización. Hoy es notorio, con todo, que pocas veces en la historia argentina ha habido un gobierno más sumergido en la corrupción, que no da cuenta del destino y recorrido de cientos de millones de dólares de la provincia de Santa Cruz, que despliega el festival de los sobreprecios, que ha enterrado en el silencio toda investigación sobre los subsidios a empresas privadas en general y sobre el subsidio a la línea aérea que traía y llevaba cocaína, que ampara el contrabando de armas a Estados Unidos, que protagoniza los casos Greco y Skanska. Pero la infamia y la calumnia empiezan a tropezar contra la realidad. La derrota del oficialismo en los comicios de Misiones, la impresionante movilización cívica en Santa Cruz y los resultados electorales registrados en la ciudad de Buenos Aires y en Tierra del Fuego demuestran elocuentemente que la opinión pública empieza a darles la espalda a los responsables de la máxima estafa política que recuerda la historia argentina.
El autor es senador nacional y fue presidente de la Nación.
04 julio 2007
RETIRO DE CHAVEZ DEL MERCOSUR
Lula:
_"Si no quiere quedarse, no se queda"
Así se refirió el presidente brasileño respecto de la amenaza lanzada por Chávez de retirarse del Mercosur; _"Hay reglas para ingresar, pero no para salir", señaló, aunque manifestó su intención de dialogar con el mandatario venezolano
AGUINIS
"En el mundo nos hemos vuelto irrelevantes"
El escritor expresó dolor por la Argentina
_"Vista desde afuera, la Argentina da dolor; nos hemos vuelto irrelevantes en el mundo, cuando fuimos el país más culto y progresista de América latina", dijo el escritor Marcos Aguinis, quien destacó el valor de las ideas plasmadas en 1853 en la Constitución nacional.
_Dijo que "estamos infectados por la palabra derechos sin que esté asociada a la palabra deberes", que conlleva el derecho del otro a ser respetado. Opinó que hay una confusión entre protesta y delito; protestar es un derecho constitucional y está bien, dijo. Puede hacerse en la vereda, en la mitad de una calle -agregó-, pero no puede violar el derecho a transitar de los demás.
_"El avance de la anomia -apuntó- ha llevado al escándalo de que chicos de primer año pretendan elegir las autoridades de su colegio." Atribuyó esto a una política de bajo vuelo, porque "se llama represión a cualquier cosa".
_"Aquí se ha incorporado el concepto de que poner límites es reprimir", dijo. Estimó que esto ha entrado profundamente en la sociedad argentina, que ha ido muchos años por una mala senda. En tanto, dijo, nuestro país está lleno de "crímenes perfectos", que serían un desafío para gente del talento de Sherlock Holmes. Y ejemplificó: nadie se siente obligado a explicar por dónde pasó el dinero de Santa Cruz ni qué interés dio.
_Recordó que el artículo 29 de la Constitución califica de infames traidores a la patria a quienes otorguen poderes extraordinarios al Poder Ejecutivo y dijo que eso se había hecho el año pasado.
_Cuestionó los cambios en el Consejo de la Magistratura, que "ahora maneja el Poder Ejecutivo". Dijo que la Argentina tiene cerebros, pero la gente capaz se hace a un lado, "tiene miedo de ser incinerada".
_Pero destacó los encantos de este "país de excepción". Precisó que "no hay catástrofes naturales casi de ningún tipo; no hay tsunamis, no tenemos huracanes ni tifones, no tenemos inundaciones ni terremotos. El clima de este país es único; estamos lejos del nudo de los conflictos mundiales, estamos libres de ataques atómicos, la población argentina, a pesar de todo, no ha sufrido hambrunas ni epidemias, y no tiene conflictos étnicos ni religiosos".
_"Sin embargo, hay un enorme capital argentino que ayuda en los países desarrollados y que no viene acá porque no hay seguridad jurídica, porque tiene más confianza en dejar el dinero afuera. Ni siquiera lo trae el Presidente -añadió-. Con que sólo volvieran los capitales argentinos el país se llenaría de fábricas y rutas, porque sobra el dinero, pero está afuera y no vuelve."
01 julio 2007
MERCOSUR contra CHAVEZ
_Me parece muy correcto y natural que los Senadores de Brazil exijan un desagravio a Chavez.
No se puede insultar así a un socio con el cual se quiere formar una alianza como la del Mercosur.
Es infantil la actitud de Chavez de pedir que Brazil autorice su ingreso al Mercosur y mientras tanto insulta a los que lo tienen que aceptar. Y ahora, encima, se hace el ofendido. Ganaríamos todos los socios del Mecosur si el señor Chavez retira el pedido de ingreso, o que Brazil se oponga definitivamente. Porque al final es Brazil el que muestra más sensatez en este caso. No necesita los petrodolares de Chavez y tampoco quiere Su Banco.
Lástima que nuestro gobierno está tan equivocadamente orientado. Sin propia estima ir, con la escupidera, detrás de Chavez para ver si nos tira un mango.
Repito. Bien por Brazil.