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Somos, o nos hacemos?

La gran pregunta. Aqui encontrara algunos claros ejemplos de por que estamos donde estamos.

12 septiembre 2008

ESCRIBE MI MUJER

Querido hijo :

Te pongo estas líneas para que sepas que te escribo. Así que si recibes esta carta es porque te llegó, si no, avísame y te la mando de nuevo.
Te escribo despacio porque sé que no puedes leer deprisa. El otro día tu padre leyó que según las encuestas, la mayoría de los accidentes ocurren a un kilómetro de casa, así que nos hemos mudado más lejos.
La casa es preciosa; tiene una lavadora que no estoy segura si funciona o no. Ayer metí ropa, tiré de la cadena y no he vuelto a ver la ropa desde entonces, pero bueno...
El tiempo aquí no es tan malo; la semana pasada sólo llovió 2 veces. La primera vez por 3 días y la segunda por 4.
Con respecto a la chaqueta que querías, tu tío Pepe dijo que si la mandábamos con los botones puestos pesaría demasiado y el envío sería muy caro, así que le quitamos los botones y los pusimos en el bolsillo.
Al fin enterramos a tu abuelo; encontramos su cuerpo con lo de la mudanza.
Estaba en el armario desde el día en que nos ganó jugando al escondite.
Te cuento que el otro día hubo una explosión por el gas de la cocina y tu padre y yo salimos disparados por el aire cayendo fuera de la casa; ¡qué emoción!, Era la primera vez que tu padre y yo salíamos juntos en muchos años.
El médico vino a la casa para ver si estábamos bien y me puso un tubito de vidrio en la boca. Me dijo que no la abriera por 10 minutos y tu padre ofreció comprarle el tubito.
Hablando de tu padre, ¡qué orgullo!, te cuento que tiene nuevo trabajo con cerca de 500 personas debajo de él. Lo han cogido de cortacésped en el cementerio.
Tu hermana Julia, la que se casó con su marido, por fin dio a luz, pero como todavía no sé de qué sexo es, no te sé decir si eres tío o tía. Si el bebe es una niña, tu hermana va a nombrarla como yo. Se nos va a hacer muy raro llamar a su hija "Mamá".
Tu padre le preguntó a tu hermana Pilar que si estaba embarazada, ella le dijo que sí, de 5 meses ya; pero ahí tu padre le preguntó que si ella estaba segura que era de ella. La Pilarica dijo que sí. Moza de hierro tu hermana Pilar, qué orgullo, de tal palo tal astilla.
Por cierto, que tu primo Paco se casó y resulta que le reza todas las noches a la esposa, porque es virgen.
A quien nunca hemos visto más por acá es al tío Venancio, el que murió el año pasado.
Tu perro Puky nos tiene preocupados, se empeña en perseguir a los coches que están parados.
Aunque peor es lo de tu hermano Juancho. Cerró el coche y dejó las llaves adentro. Tuvo que ir hasta la casa por el duplicado para poder sacarnos a todos del coche.
Bueno hijo, no te pongo mi dirección en la carta, porque no la sé.
Resulta que la última familia de gallegos que vivió por aquí se llevó los números para no tener que cambiar de domicilio.
Si ves a Doña Remedios, dale saludos de mi parte; si no la ves, no le digas nada.
Tu madre que te quiere.

Beatriz

P.D. Te iba a mandar 100 pesetas, pero ya he cerrado el sobre.

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YO SOY EL RESPONZABLE DE LO QUE ESTÁ ESCRITO

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10 septiembre 2008

LA NUEVA PROVINCIA DICE

El gobierno mató al capitán Pazo

El jueves 21 de agosto, el capitán de navío de la Armada Argentina, Carlos José Pazo, sufrió un fuerte dolor en la cintura que le afectó la movilidad de sus piernas, entrando en estado de shock. De inmediato fue asistido por los compañeros que se encuentran detenidos en el mismo pabellón, quienes reclamaron la presencia del medico de planta. Al arribar, el profesional le prescribió un medicamento por vía oral y un inyectable que le fue suministrado una hora y media más tarde. Su estado sufrió una leve mejoría, pero su cuadro no estaba estabilizado. Dada la insistencia de sus compañeros de pabellón, a las 22 llegó un médico de planta junto a un enfermero, quienes intentaron cambiarlo a una cama más dura; finalmente, dada la crítica situación, se lo trasladó al hospital del Penal. En estas circunstancias, algunos compañeros de celda le pidieron al médico de planta que el capitán Pazo fuese derivado al Hospital Naval de Buenos Aires.
Sin embargo, el traslado no pudo efectivizarse por la falta de enfermeros disponibles para realizarlo, no obstante el profesional interviniente manifestó su deseo de realizarlo ni bien pudiese. Al llegar al hospital del Penal, Pazo recibió suero y permaneció en este estado hasta las 6 del viernes 22 junto a dos detenidos con serias limitaciones físicas. El viernes 22 fue dado de alta y permaneció en el Hospital del Penal hasta el lunes por la tarde, cuando regresó al Penal. El martes siguiente amaneció con fuertes dolores y por la tarde fue visto por el medico de planta, quien le recetó un calmante y una resonancia magnética. Algunos de sus compañeros del Penal insistieron ante el profesional sobre la conveniencia de realizar una evacuación del paciente al Hospital Naval o a un hospital fuera del Penal.
La contestación fue que no se animaba porque el juez y el ministro no lo autorizarían. El miércoles a las 10 se le notó muy mal semblante y se llamó al medico de planta. Llegó un enfermero quien le tomó nuevamente la presión y un poco más tarde fue trasladado a la enfermería del módulo 4, donde fue medicado. Mientras se avisaba a su abogado defensor sobre la situación, fue nuevamente traído al pabellón. Poco tiempo después presentó dificultades para respirar. Sus compañeros golpearon fuertemente la puerta del Pabellón pidiendo ayuda ya que se daban cuenta que Pazo se moría, mientras les decía a sus compañeros: "Me muero, me muero, saluden a mis hijas; no nos atenderán los médicos".
Rato después llegaría el médico, pero Pazo se moría despacio. Lo llevaron en una camilla y estuvo unos 15 minutos a la espera de una ambulancia que nunca llegó. Una pregunta que surge es si no fue trasladado en una camioneta doble cabina hasta el hospital del Penal. Lo que es seguro es que no es cierto que murió en el hospital de Marcos Paz. Murió en el Penal. Al capitán Pazo lo mató la política; lo mató el gobierno; lo mató el ministro del Interior; lo mataron los derechos humanos y los jueces. Los Kirchner dirán que era un represor que tuvo más oportunidades que sus guerrilleros, esos guerrilleros que a su vez no dieron ninguna oportunidad sus víctimas. Esta muerte se suma a las de los comisarios Mario Jaime y Carlos Versellone, todas ellas ocurridas en un lapso de dos meses. Presos políticos de Marcos Paz.
Juan Rosemberg

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