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Somos, o nos hacemos?

La gran pregunta. Aqui encontrara algunos claros ejemplos de por que estamos donde estamos.

06 septiembre 2007

EL HUESPED ENRREJADO

Por Daniel Della Costa Para LA NACION
Jueves 6 de setiembre de 2007 Publicado en la Edición impresa
Noticias de Opinión

A la administración Telerman tal vez llegue a perdonársele que haya pretendido subir los impuestos; pero por lo que no podrá eludir el juicio adverso de la historia es por haber permitido que el presidente Kirchner pusiera un espantoso, penitenciario cerco de rejas alrededor de la Casa de Gobierno.
_ Con lo que no sólo ha alterado la fisonomía de un edificio y de una plaza históricos, sino que, además, se ha quedado, para su uso exclusivo, con la primera cuadra de la no menos histórica calle Balcarce. Amén de haber incluido en la expropiación una plaza pública y un monumento, el de don Cristóbal Colón, que a su angustia por no saber dónde se hallan realmente sus restos, si en España o en Santo Domingo, agrega ahora la de sentirse preso, sin saber por qué, en este para él desconocido rincón del planeta.
_La situación es absurda por donde se la mire; es como si el tipo al que se invita a pasar unos días en casa se le ocurriera cambiar los muebles de sitio o pintar las paredes a su gusto. Pero precisamente por ser tan traído de los cabellos, es que cabe preguntarse a qué se debe este capricho presidencial.
_Alguien dice que se le ocurrió cuando visitó a los Bush en la Casa Blanca: quedó tan encantado con las rejas que decidió ponérselas también a la Rosada. Otros, en cambio, dicen que el hombre, después de haber visto tantas manifestaciones vociferantes en la Plaza, arrugó y pensó que iba a estar más seguro si, aparte de los vallados y la legión de policías que lo resguarda, se protegía también con un cerco. Tal vez sin advertir que si algún día esas mismas multitudes se acercan a la Casa de Gobierno para agradecerle la enorme cantidad de dones que ha volcado sobre el pueblo argentino, en lugar de arengarlos desde el balcón, como hacía el General, deberá hacerlo subido a un banquito y aferrado a las rejas, como si fuera un mono en el zoo (o, una mona, en caso de que esta circunstancia se dé en la presidencia que viene).
_Sin embargo hay quienes también sostienen que el enrejado de marras no ha sido colocado por él pensando en su propia seguridad sino, más precisamente, en la de su gentil consorte. En efecto, nadie como K, que es un hombre de números, estaría tan preocupado, aunque no lo demuestre, por la situación que forzosamente heredará Cristina. Inflación, déficit fiscal, fin del superávit de cuenta corriente, demora en las inversiones energéticas y más oposición y presión sindical, todo lo cual puede convertirse en una amenaza cuando ya la situación no resista el ocultamiento y el macaneo y jaquee a quien por entonces ocupe el sillón de Rivadavia. En consecuencia, hizo poner las rejas para proteger a su dama. Las que, eventualmente, si la cosa se pone muy peliaguda, pueden ser electrificadas y coronadas, como en la cancha, por un alambrado de púas. Y si tampoco con eso alcanza, agregársele un foso con dos metros de agua y cocodrilos hambrientos.
_“¿Así que la idea de poner la verja se le ocurrió visitando a este mozo Bush en Washington?”, preguntó el reo de la cortada de San Ignacio. Y cuando le contestaron afirmativamente, comentó: “Bueno, menos mal que fue viendo la Casa Blanca. Mire si al hombre se le venía la idea después de visitar la Gran Muralla china”.

Por Daniel Della Costa Para LA NACION