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Somos, o nos hacemos?

La gran pregunta. Aqui encontrara algunos claros ejemplos de por que estamos donde estamos.

31 octubre 2008

EL JUEZ GRIESA EMBARGÓ 553 MILLONES DE LAS AFJP

Congelan fondos de las AFJP en EE.UU
El juez federal norteamericano, Thomas Griesa dictó la medida que impide que la Argentina pueda transferir desde ese país 553 millones de dólares
Noticias de Política:
Jueves 30 de octubre de 2008 |

Un juez federal de Nueva York, según se informa en el sitio económico Bloomberg bloqueó la posibilidad de que la Argentina pueda transfierir desde los Estados Unidos fondos de inversión de jubilaciones. Así el magistrado dio curso a una demanda contra el país presentada por tenedores de bonos por 553 millones de dólares.

El juez Thomas Griesa congeló los fondos tras la intención de la Argentina de nacionalizar 26 mil millones de dólares de fondos de pensión privada.

Los abogados de los tenedores argumentaron que la nacionalización provocará que los fondos se conviertan en propiedad "intangible" de la República.

Una audiencia está programada para el 6 de noviembre próximo en la Corte Federal de Manhattan, donde se extenderá la orden de congelamiento.


Tags: AFJP , Griesa, bonos , congelamiento

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30 octubre 2008

MODUS OPERANDI

 
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29 octubre 2008

DEVOLVEMELA TE DIGO !!

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EL AUTOR

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YA NO HAY DOBLE-COMANDO TODO LO DECIDE KIRCHNER

Por Joaquín Morales Solá
Para LA NACION
Noticias de Política: Miércoles 29 de octubre de 2008 |

No hay peor cosa para un presidente que no ser presidente. En los sistemas presidencialistas, las sociedades esperan también del jefe del Estado un liderazgo político y una referencia moral. Extrañamente para muchos, que consideraban a Cristina Kirchner una política hecha y derecha, aunque pudiera gustar o no, la Presidenta ha delegado el poder absoluto del país y de la administración en su esposo, un ex presidente sin ninguna responsabilidad formal. Gobernadores, legisladores y dirigentes justicialistas se refieren, sin embargo, sólo a Néstor Kirchner cuando hablan de resolver el poder. El periodismo está siguiendo, razonablemente, esa senda de realismo político.
¿Qué sucedió para que la otrora fogosa legisladora nacional, capaz de enfrentarse al menemismo en el apogeo del menemismo, haya declinado ahora su opción de poder y la oportunidad que le dio la historia? Dicen algunos que la traba una enorme dependencia psicológica y política de su esposo, que fue, al fin y al cabo, su jefe político durante 30 años.
Otros señalan que le tocó en suerte lidiar con dos monumentales conflictos económicos (el problema con el campo y la estatización de los fondos de pensión) y que ella no es una persona muy letrada en cuestiones de la economía. Más aún: Cristina está convencida de que tiene en casa a un sabelotodo económico. En realidad, Néstor Kirchner practica la omnisciencia, porque está seguro de que ningún asunto humano o político es ajeno a su conocimiento.
Es notable, si éste es el caso, que la Presidenta no haya percibido que ambos conflictos fueron creados por su propio esposo y que nunca hubieran existido sin su intervención. Quizá Cristina Kirchner debe poner la cara en nombre del peor Kirchner, aislado en Olivos, dicen, rodeado sólo de incondicionales, incapaz de convocar al diálogo y al consenso aun dentro del propio gobierno que supuestamente comanda su esposa.
Kirchner es Kirchner y nunca fue muy distinto. Pero hubo un tiempo en el que estuvo rodeado de ministros con más personalidad y carácter. Basta recordar su primer gabinete: eran ministros desde Alberto Fernández hasta Roberto Lavagna, pasando por Rafael Bielsa y José Pampuro. Había al mismo tiempo, en aquel momento, gobernadores con opinión propia y peso en sus distritos, como Felipe Solá, Jorge Obeid, José Manuel de la Sota o Juan Carlos Romero. Kirchner estaba en la Casa de Gobierno y estaba, también, obligado a hablar con ellos casi a diario. Cierta sensatez se colaba en el despacho de los presidentes al final del día.
No puede resultar casual que la designación más llamativa que hizo Cristina Kirchner cuando asumió, la de Martín Lousteau como ministro de Economía, haya durado menos de cuatro meses. El principal pecado de Lousteau fue no haber sido nunca un interlocutor permanente del ex presidente confinado en Olivos. ¿Es posible que Alberto Fernández, el amigo entrañable del matrimonio presidencial durante más de cinco años, se haya ido del Gobierno sólo por una fugaz pataleta? Aunque él no lo ha dicho nunca en estos términos, debe colegirse que su renuncia se debió a una posición contraria a lo que se dio en llamar el "doble comando".
* * *
El "doble comando" inicial se ha ido diluyendo para dar luz al comando unipersonal de Néstor Kirchner. Ese es el problema de ahora. Nunca fue bueno para la República que una esposa sucediera a su esposo en el timón del Poder Ejecutivo, pero menos bueno es que quien gobierna una democracia no tenga funciones constitucionales ni responsabilidades administrativas. Mucho menos bueno es que ni siquiera sienta la obligación de informar al gabinete de su esposa (o, lo que ya es mucho pedir, le consulte la opinión) sobre decisiones tan trascendentales como el destino de las jubilaciones de millones de argentinos.
En verdad, lo que demostraron estos casi 10 meses del protocolar gobierno de Cristina Kirchner es el fracaso de la idea de que era bueno el traspaso del poder entre marido y esposa. Cristina parece muy limitada en su margen de acción para cambiar política y figuras del gabinete, porque el creador de las dos cosas la espera todas la noches para cenar en familia. Y sólo un cambio profundo de gabinete, de modos y de direcciones podría darle a la Presidenta, a estas alturas de la crisis, una nueva oportunidad política.
La jefa del Estado ha hecho también todo lo posible para que la sociedad no pudiera distinguir entre un gobierno y otro. Está padeciendo ese error en las encuestas. La estrategia de oxigenar el kirchnerismo, cambiando a un Kirchner por otro Kirchner, se ha derrumbado ante los ojos precisos e infalibles de la gente común.
Sólo un aislamiento muy grande puede ocultarle al Gobierno que las decisiones económicas de Néstor Kirchner metieron a la Argentina de bruces en una crisis de la que estaba felizmente ausente. El país iba a sufrir las consecuencias de la crisis internacional, a pesar del inaugural regodeo oficial de que América latina estaba aislada, pero nunca con la dimensión y profundidad que provocará la arbitraria decisión de estatizar lo que pertenece por definición a la propiedad privada. El precio del dólar y la volatilidad del sistema financiero están dando cuenta del tamaño de ese desatino.
Hay preguntas sin respuestas todavía: ¿por qué a Néstor Kirchner no le importa desgastar a su esposa hasta extremos en los que sólo aparece en los actos rituales del poder, pero no en el poder? ¿Por qué Cristina Kirchner, la antigua figura llena de carácter y de ideas, acepta ahora ese eclipse y se resigna a que la política pase por otro lado que no es el suyo? ¿Por qué la política, en última instancia, está permitiendo esa distorsión del sistema político y de los mecanismos democráticos?
La española Almudena Grandes es mujer y escritora; su militancia política está a la izquierda del partido socialista español. En mayo pasado, estuvo en Buenos Aires en la Feria del Libro. Se sorprendió cuando aquí todos le decían lo mismo: "Es él, Néstor, quien manda, quien recibe a los ministros, el que habla y el que gobierna". Republicana de cabo a rabo, Grandes escribió entonces un artículo en el diario madrileño El País en el que les pedía sus coterráneos que no criticaran a una "dinastía democrática" cuando están gobernados por "una democracia tutelada por una dinastía monárquica".
Al final, Almudena Grandes retomó su militancia en cuestiones de género y asestó una conclusión fulminante para Cristina: "Si una mujer llega a la presidencia para que gobierne su marido, mejor que no llegue nunca", escribió. ¿Será ése el legado definitivo que la actual presidenta dejará tras su oportunidad de poder?

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ROBERTO CACHANOSKY

27/10/2008
Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky
Ahora se puede ver la importancia de las instituciones

El kirchnerismo avanzó hasta límites insospechados porque los argentinos miramos para otro lado cuando se cometía un atropello que no nos tocaba de cerca. ¿Será tarde para reaccionar?


La semana pasada, un productor ganadero me comentaba que estaba esperando que la ONCCA le pagara el subsidio porque sin ese dinero no le cerraban los números. Este solo dato refleja el grado de locura económica en que nos ha metido el kirchnerismo. Si en el país de las vacas y el trigo, el Estado tiene que subsidiar estas actividades para que los números no queden en rojo, quiere decir que vivimos en el colmo del disparate. Un sector con ventajas competitivas naturales, que siempre fue negocio, bajo las reglas del kirchnerismo está fuera de combate.

¿Cuál es el contexto en el que estamos en este momento? Por un lado el sector agropecuario consiguió frenar la 125 luego de 4 interminables meses de lucha, pero no logró que el Estado resolviera los problemas de fondo. La industria láctea sigue en decadencia, la ganadería en vías de extinción y la agrícola muy apretada en los números en las zonas de mejor rinde.

Mientras tanto, los sectores industriales han salido con fuertes reclamos de aumento del tipo de cambio porque sostienen que con este dólar no pueden competir. Los anuncios de despidos y suspensiones de personal son un dato de todos los días.

La construcción viene en caída libre, la actividad inmobiliaria y comercial sienten los efectos de la incertidumbre. Las concesionarias de autos venden cada vez menos. La realidad es que la economía no está desacelerándose, está entrando en recesión.

Como en toda crisis, siempre hay un detonante. Algunos podrán argumentar que esto es consecuencia de la crisis internacional, sin embargo, no hacía falta que pasara nada grave en el exterior para que el modelo kirchnerista colapsara. Y, encima, con el incendio ya iniciado, no tuvieron mejor idea que lanzarse a confiscar los ahorros de la gente, echando más nafta al fuego. Las crisis son efecto de una serie de medidas que se van tomando y que, en el momento menos pensado y por las causas más insospechadas, terminan estallando.

Ahora bien, ¿por qué hemos llegado a semejante grado de locura en Argentina? Mi visión es que durante mucho tiempo la gente se ha mantenido indiferente ante tanto desprecio por las instituciones. Y aquí pongo en primer lugar en la escala de responsabilidades a buena parte del sector empresarial. Y recalco buena parte, porque en Argentina todavía hay algunos empresarios que defienden el valor de las instituciones y saben que sus empresas dependen de la calidad institucional. No solo ven las utilidades que pueden tener en el corto plazo, sino que ven más allá y saben que sin respeto por los derechos de propiedad, el futuro de sus empresas, de sus personas y de su familia está condenado a la decadencia.

Pero, lamentablemente, también hay una mayoría importante del empresariado que solo piensan en maximizar sus utilidades y no se involucran en los problemas del país salvo cuando sus empresas están en riesgo. No advierten que si un gobierno vulnera los derechos de propiedad y las libertades de otros, en algún momento también ese gobierno irá por ellos y sus activos tenderán a valer cero.

Recuerdo que cuando de entrada comencé a criticar al gobierno, un amigo me dijo que había que darles tiempo. Mi respuesta fue que hay cosas que no hace falta verlas para saber que existen. Por ejemplo, seguramente el lector nunca habrá visto un átomo, pero sabe que existe. No necesitan verlo para saber de su existencia. Con el discurso que estaba teniendo el kirchnerismo no hacía falta ver los resultados para saber cómo iba a terminar la cosa. Criticar ahora es fácil. El tema era jugarse cuando pocos nos animábamos a marcar un punto de vista diferente.

En una oportunidad un empresario me contaba sus quejas por lo que hacía el gobierno. Mi respuesta fue: ¿por qué no se juegan y salen a denunciar los aprietes? Respuesta: no podemos porque en la empresa trabajan muchas personas y tenemos el riesgo de que, si nos aprietan, pierdan su trabajo. Tenían miedo de hablar.

Personalmente he perdido clientes por decir lo que pienso. Cuando me dijeron que tenía que moderar mi discurso porque los afectaba en las conferencias públicas, les contesté que si querían entretener a la gente contrataran a Piñón Fijo. Por supuesto que perdí el cliente, pero no dilapidé mi capital como economista. Lamentablemente la imagen empresarial en Argentina está dilapidada porque muchos empresarios han sido cortesanos del mandamás de turno, creyendo que si lo adulaban iban a estar a salvo de cualquier contingencia. Sin embargo, no ha ocurrido eso.

Hemos llegado hasta este punto porque a los Kirchner se les dejó hacer de todo. Una buena parte de la dirigencia empresarial, del periodismo y de la población se emborrachó con los televisores plasma en 24 cuotas sin intereses. Tan ebrios estaban que no se daban cuenta que los estaban emborrachando para ir cazándolos de a uno.

Cuando este gobierno empezó agrediendo a las Fuerzas Armadas Argentinas la mayoría miró para el costado. Total a ellos les iba bien en lo económico.

Tampoco le interesó demasiado a la gente y a otros empresarios que las empresas privatizadas no pudieran ajustar sus tarifas. No era el problema de ellos y, además, seguían facturando.

Las agresiones a la Iglesia Católica tampoco fueron motivo de preocupación. Unos seguían vendiendo departamentos, autos y electrodomésticos y otros comprándolos. La fiesta era total.

La mayoría seguía disfrutando del buen momento mientras en el 2005 los tenedores de bonos de Argentina sufrían una quita monumental y otros quedaban fuera del canje. Era problema del dentista japonés y del ingeniero alemán.

Hoy los argentinos estamos sumergidos en una recesión económica y bajo la amenaza de una nueva confiscación de los ahorros porque a los Kirchner se los dejó avasallar sistemáticamente las instituciones. Seamos sinceros y hagamos la autocrítica. Nadie puede avasallar tantos derechos y hacer semejantes destrozos si la población se pone firme a la hora de votar. Si los empresarios se ponen los pantalones largos y se plantan frente a un patotero que los insulta y les ordena qué vender, a qué precio y cómo. Y, si el periodismo hubiese sido menos complaciente y hubiese reaccionado mucho antes ante los atropellos institucionales que se venían venir.

Si hoy estamos de nuevo en una situación crítica es porque, en su momento (2005 y 2007) no se le puso un límite a los Kirchner al momento de ir a las urnas. Y porque, aún luego de las elecciones del 2007 (de las cuales sigo teniendo mis sospechas sobre el resultado), algunos periodistas quisieron vender que Cristina era el cambio y muchos compraron ese argumento. En menos de 100 días se puso el país de sombrero.

Tal vez ahora nos demos cuenta que cuando insistimos en tener un gobierno limitado y subordinado a la ley, no estamos hablando de un capricho intelectual que le interesa discutir a unos pocos en ámbitos cerrados. Estamos hablando de algo tan práctico como, por ejemplo, que el Estado no confisque nuestros ahorros, que las empresas puedan prosperar, que la gente tenga trabajo, que los salarios tengan poder de compra y, sobre todo, que nos roben el fruto de nuestro trabajo diario. © www.economiaparatodos.com.

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28 octubre 2008

VOY A VER SI ANTONINI ME AYUDA A LLEVAR ESTE EQUIPAJE

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SERÁ CIERTO LO QUE DICE CAVALLO??

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DOMINGO CAVALLO

Inflación y ausencia de crédito: bueno o malo?
Posted: 27 Oct 2008 12:18 PM

Los economistas que dieron apoyo intelectual a la política económica de Duhalde y Kirchner, fundamentalmente los autores del Plan Fénix, argumentan que la inflación y la falta de crédito que ha sufrido la economía argentina desde 2002 en adelante, actuarán como atenuantes del impacto sobre nuestro país de la crisis financiera global que está afectando al mundo.
El argumento, que ellos dicen se basa en las ideas de Keynes, es el siguiente: la crisis financiera global producirá recesión y deflación en el mundo, eventualmente depresión económica y, por mucho tiempo, desaparecerá el crédito con lo que cada país tendrá que “vivir con lo suyo”. Para el caso de Argentina, lo que será deflación afuera, se transformará en estabilidad o, al menos, en “des-inflación” adentro…gracias a que partimos de inflación alta y no de estabilidad. Mientras que para otros países, “vivir con lo suyo” y perder el crédito será un drama, para nosotros, que hace 7 años “vivimos con lo nuestro”, no debería serlo. No sufriremos la pérdida de crédito, simplemente porque ya lo habíamos perdido y no hicimos nada para recuperarlo. En definitiva se aplicaría aquello de que “no hay mal que por bien no venga”.
Lamentablemente están muy equivocados. Y sería bueno que los dirigentes políticos argentinos lo advirtieran a tiempo. Pronto saldrá un libro mío que apunta a arrojar luz sobre esta interpretación tan peligrosa de la situación actual, pero siento que no puedo esperar a que el libro esté en las librerías para hacer, al menos, una advertencia.
La inflación y la falta de crédito son un peligroso agravante para el impacto de la crisis financiera global en pleno desarrollo y para la recesión y deflación mundial que se vienen, por una razón muy simple: a la inflación y la ausencia de crédito, que ya teníamos como problemas, ahora se agregarán un gran déficit fiscal y una fuerte demanda de dólares billete por parte de la gente que nos llevarán a un escenario muy parecido al del período 1975-1988, la época de la estanflación: inflación con recesión. Excluyo, por el momento el período 1989-1990, porque la hiperinflación aún no es inexorable. Pero a la estanflación no sólo que no la excluyo, sino que me atrevo a decir que se viene cantada.
La crisis financiera global ya ha producido una fuerte baja de los precios de nuestros productos de exportación. Esta tendencia se acentuará cuando se comiencen a percibir los efectos completos sobre el nivel de actividad económica en casi todos los países del mundo y serán extremos y muy prolongados en el tiempo si el mundo entra en depresión y deflación.
Además, en el caso particular de la producción agropecuaria, hay que advertir que en China, el principal demandante de estos productos en los últimos años, se está por producir una nueva revolución verde por incorporación de tecnologías que antes no se podían aplicar dado el reducido tamaño de las unidades agropecuarias. El nuevo régimen de propiedad rural y la posibilidad de que los pequeños agricultores vendan o arrienden su tierra y se formen unidades más grandes, puede significar el mismo aumento de productividad que en la Argentina provocaron los pooles de siembra a partir de los años 90s.
Los efectos de esta baja de los precios de nuestros productos de exportación tendrá enormes consecuencias fiscales, porque además de caer los ingresos por precios más bajos, caerán los volúmenes físicos exportados, por caídas en la producción, debido al desaliento que han provocado las retenciones y las restricciones a las exportaciones de trigo, lácteos y carnes. La única forma de revertir la caída de la producción, será eliminando las retenciones, lo que acentuará el deterioro de las cuentas fiscales. Si para dar incentivo al campo, en lugar de eliminar las retenciones se permite que el Peso se devalúe, el deterioro fiscal vendrá por el aumento de los subsidios a la energía, los transportes y todas las actividades que han sufrido congelamiento de precios y tarifas o controles que han ubicado los precios por debajo de los costos de producción.
Para tratar de compensar este inexorable deterioro fiscal, el gobierno ya ha dado la señal de su accionar futuro: echará manos a cualquier ahorro acumulado que exista en la economía, siempre que esté a su alcance. Lo ha hecho con el anuncio de que se apropiará del ahorro acumulado por los trabajadores que eligieron enviar sus aportes personales jubilatorios al sistema de AFJPs. Esto no hace más que aumentar el descrédito.
El crédito, tanto público como privado requiere de dos ingredientes: el ahorro, que es la única fuente genuina de fondos para prestar y la confianza, que hace que alguien reúna la condición necesaria para hacerse acreedor al préstamo. Las acciones del gobierno que significan una apropiación compulsiva de ahorros del pasado, hacen desaparecer el ahorro presente y del futuro, al menos el ahorro que se canaliza a través de instituciones encargadas de prestarlo y que pueden llegar a ser controladas por el gobierno. Y destruyen la confianza, tanto en el sector público como en el sector privado.
Por supuesto, el ahorro externo no viene a la Argentina desde 2001 y mucho menos vendrá a partir de ahora. Todo esto significa que no sólo el gobierno no dispondrá de crédito, sino que nadie en el sector privado conseguirá que le presten para financiar inversiones, capital de trabajo y, mucho menos, consumos o inversiones familiares. Sin crédito, la economía entrará inexorablemente en una fuerte recesión, tanto por caída de la demanda como por caída de la producción.
Los optimistas empedernidos dicen: habrá recesión, pero al menos la inflación tenderá a desaparecer. Y argumentan: ya lo estamos viendo, durante octubre los precios en los supermercados han dejado de subir y,en muchos casos, están bajando.
No me alegra terminar esta nota con una mala noticia: la inflación, luego de una breve caída, va a seguir alta e incluso podrá aumentar de la mano del aumento del precio del dólar, que terminará siendo mucho más alto que el que demandan los devalúo-maníacos, como ya ocurrió en 2002. Probablemente el precio del Dólar que primero se escape será el del Dólar billete en el mercado paralelo y por un tiempo, el efecto inflacionario se intentará atenuar con controles de cambio y la administración, por el Banco Central, del precio del Dólar para las transacciones comerciales, al mejor estilo del período 1975-1988.
Hoy he leído en la Nación una muy buena nota de Roberto Cachanosky titulada “La tormenta perfecta“. Mi única discrepancia con su pronóstico es que esta vez no habrá “corralito” sino, en todo caso algo más parecido al “corralón” de Duhalde, o en el mejor de los casos, un nuevo Plan Bonex. No habrá “corralito”, porque cuando la gente quiera retirar sus depósitos de los bancos, éstos conseguirán los pesos y los dólares necesarios para entregárselos a los depositantes. Los conseguirán del Banco Central con el simple arbitrio de no renovar las LEBACs y N0BACs que tienen en sus activos. Y si no les alcanzaran, el Banco Central podrá actuar, ahora, como prestamista en última instancia de los Bancos, dado que no tiene la limitación que imponía la Ley de Convertibilidad.
Pero he aquí que éste será el Talón de Aquiles de todo el sistema: la enorme cantidad de pesos billetes que la gente obtendrá a través de la corrida contra los depósitos intentarán convertirse en dólares billete, porque la gente no sólo predecirá sino que estará viendo que el Peso se devalúa aceleradamente.
El gobierno no va a estar dispuesto a vender todas sus reservas para permitir este atesoramiento en dólares billetes. Pero tampoco aceptará que el precio del dólar para las exportaciones e importaciones aumente todo lo que la demanda de dólares billete determinaría. El resultado será un sistema de control de cambios, con un precio administrado del Dólar en el mercado oficial y un precio mucho más alto en el mercado paralelo. Algo que existió frecuentemente en Argentina entre 1975 y 1988 y que hoy es una realidad en Venezuela.
La administración del precio del Dólar en el mercado oficial permitirá que la inflación no se descontrole… por un tiempo. Pero luego de meses y quizás uno o dos años de vivir con una brecha grande entre el Dólar oficial y el Dólar paralelo vendrá un ajuste tipo “Rodrigazo”. Mi única duda se refiere a los tiempos. No sé si la historia lo denominará “Kichnerazo” o estará a cargo, para el momento de la verdad, otro personaje, con tan mala suerte que aportará su apellido para tan ingrato rol.

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27 octubre 2008

CARRIÓ DICE QUE SI, QUE HAY JUSTICIA DIVINA

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HIJO , VAMOS CADA VEZ MEJOR !

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CARRIO: NESTOR KIRCHNER SE ROBÓ LA ARGENTINA ENTERA

La líder de la Coalición Cívica señaló que vendrán días difíciles; "¿Vamos a entregar a esta banda de ladrones el dinero de los jubilados?", se preguntó
Noticias de Política
Domingo 26 de octubre de 2008 |

La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, señaló que "Néstor Kirchner va a manejar el dinero de todos los jubilados, junto a su cajero De Vido y a su valijero, Uberti".

Advirtió, en la señal televisiva C5N, que con los fondos "pueden hacer cualquier cosas como depositarlos en la Isla Gran Caimán o comprar deuda de un país". Y agregó:"Son una banda de ladrones".

"La pregunta es si vamos a entregar a esta banda de ladrones estos fondos", cuestionó.

Carrió dijo que el actual dinero de los jubilados que están en el régimen de reparto "va al Ministerio de Planificación para contratar obras públicas con 200 por ciento de sobreprecio. El robo ya está dando en este sistema".

Repitió: "Nos están robando a todos con una voluntad de desconfianza y venganza nunca vistas".

"Vienen días terribles y la gente tiene que estar tranquila. Como sociedad hay que actuar como si el Gobierno no existiera"

"Néstor Kirchner que se robó la Argentina entera, es la Argentina de la fachada, la Argentina guaranga", señaló.

"Lo que ha hecho la Presidente es imperdonable. Será responsable ante la Historia", concluyó.


Tags: Carrió , AFJP , kirchner , de vido

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NESTOR PREOCUPADO

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ENRIQUE SZEWACH - Dice :

26 de octubre de 2008.
ahora, a tener muchos hijos
La estatización confirma que el ajuste será privado
Como lo anticipé la semana pasada en esta columna, el Gobierno de la presidenta Cristina decidió que el ajuste macroeconómico que la economía argentina necesita para enfrentar el cambio de ciclo de la economía mundial lo haga, exclusivamente, el sector privado.

Por Enrique Szewach | 26.10.2008 |

Como lo anticipé la semana pasada en esta columna, el Gobierno de la presidenta Cristina decidió que el ajuste macroeconómico que la economía argentina necesita para enfrentar el cambio de ciclo de la economía mundial lo haga, exclusivamente, el sector privado.

En esa línea se inscribe la decisión de terminar con el régimen mixto reparto-capitalización del sistema jubilatorio, apropiándose de los fondos de los afiliados en las AFJP, por un valor en torno a los US$ 30 mil millones y, asimismo, engrosar la recaudación fiscal anual en unos US$ 3 mil millones adicionales.

Reitero algunos puntos para explicarme mejor. La economía argentina, macroeconómicamente hablando, es más pobre ahora que hace unos meses y necesita un ajuste. Es más pobre porque los precios de los productos que le vendemos al mundo cayeron. Y porque nuestros ahorros en el sistema financiero global han caído fuertemente. Un país que es más pobre, una familia que es más pobre, una empresa que es más pobre necesitan gastar menos o procurarse mayores ingresos, de alguna forma.

Ese ajuste necesario se podría hacer bajando el consumo privado y la inversión privada. Bajando el consumo y la inversión pública. O bajando ambos.

La economía, en su conjunto, tiene que ajustarse. Ahora, tenemos que discutir cómo distribuimos el ajuste.

Como ya le conté (¡ufa, qué pesadito el hombre!), el sentido del ajuste para enfrentar un shock externo negativo de la magnitud del que tenemos obliga a cambiar precios relativos a favor de los que producen dólares –que es lo que va a faltar– o reducen la demanda de dólares, es decir, exportables o sustitutos de importaciones. En otras palabras, los salarios privados y el gasto público tienen que caer en dólares. Cuanto menos caiga el gasto público, más recaerá el ajuste en los salarios privados y en el desempleo privado. Dado que, en el sector público, no hay ajuste por empleo. Preguntonta: ¿por qué es más grave que se quede sin trabajo un empleado administrativo de la ANSES respecto de que se quede sin trabajo un obrero de Renault? Perdón por la digresión “ética”. Vuelvo.

Dilemas. El Gobierno de la presidenta Cristina tenía un dilema: ajustar el gasto público para moderar el ajuste privado, o buscar más recursos en el sector privado, para evitar un ajuste en el gasto, en un año electoral. Obviamente, decidió lo segundo. Y lo decidió de la manera que, según el Gobierno, le generaba un costo político menor al de subir los impuestos o eliminar los subsidios a los sectores medios y altos: expropiar los recursos de nuestras cuentas en los fondos de pensión y obligarnos, contrariamente a la decisión voluntaria de 2007, a pagar todos los meses un impuesto al trabajo, para tener el derecho de cobrar algún día alguna jubilación.

Segunda digresión. Me causan gracia, con todo respeto, los diputados y senadores opositores que, para quitarle recursos a los K para la campaña, proponen incorporar a la ley de expropiación una garantía de “intangibilidad de los fondos previsionales”. Precisamente, ¡eso es lo que dice la ley que el Gobierno proyecta derogar! Es decir, quieren incorporar en la ley que viola la prohibición de expropiar nuestros fondos individuales un artículo que garantice la “no expropiación” de nuestros fondos colectivos. ¡Maravilloso!

Vuelvo. La decisión del Gobierno, entonces, es que el ajuste sea sólo del sector privado. Pero eligió el peor camino para financiarse. Porque lo hace subiendo impuestos al trabajo. Antes yo aportaba en parte para mí, ahora sólo aporto un impuesto. Lo hace quitándole recursos al financiamiento privado, parte de la plata en la que invertían los fondos de pensión permitía financiar a empresas privadas. Y, principalmente, lo hace afectando de tal manera derechos adquiridos que incentiva la fuga de capitales y una recesión aún mayor de la que podríamos haber tenido.

Tercera digresión. Mientras no tengamos una estructura de gasto-ingreso público que evite los defaults o las expropiaciones sistemáticas, ningún sistema jubilatorio es viable, y todos terminaremos estafados tarde o temprano. (Por eso le propongo el mío, que es igual al de nuestros abuelos: ¡tener muchos hijos!)

Vuelvo. La decisión de no ajustar el sector público en 2009 para no afectar la campaña electoral y financiarla con la destrucción del sistema de fondos de pensión lo que genera, como consecuencia directa, es que el ajuste privado sea mucho mayor y que los salarios privados caigan en términos de poder adquisitivo “fuerte” mucho más. Pero, Szewach, dirá usted, más o menos así terminaba su nota de la semana pasada. Precisamente, contestaré yo

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